Por Catalina Aro Flores.
Quienes lo conocieron hace décadas lo llamaban “Corchito”, por su figura y baja estatura. Garabatero y de risa fuerte, René Droppelmann Añazco destacó por su sencillez. El reconocido defensor de los derechos humanos y sobreviviente de terrorismo de Estado falleció a la espera de que se concrete el proyecto del Sitio de Memoria Egaña 60 en Puerto Montt.
Cada 10 de diciembre se conmemora el Día de los Derechos Humanos. El año pasado distintos organismos públicos celebraron la fecha con una Feria de Servicios en la plaza de Puerto Montt. Por supuesto que René Droppelmann estuvo allí como presidente de la Corporación Egaña 60, y también fue parte del evento el equipo del Plan Nacional de Búsqueda, política estatal que investiga el paradero de los detenidos desaparecidos. Droppelmann vio los stands y a sus encargados ofreciendo folletos, y aprovechó la instancia para interpelar. Manifestó que esperaba que la información obtenida no se convierta en otro libro, sino en el hallazgo de osamentas correspondientes a las víctimas de desaparición forzada. Ocupó su voz para representar los deseos de tantos otros que también buscan verdad, justicia y reparación. Su vida y trayectoria le permitieron incomodar a las instituciones con las que compartía objetivos.
En su adolescencia, el “Corcho” Droppelmann trabajó en Cruz del Sur. A inicios de los años setenta y en plena juventud, estudió y trabajó en Inacap, institución educativa filial de CORFO que gozaba de carácter gratuito en ese entonces. Tras aprobar el curso de Mecánica Automotriz y obtener el primer lugar de su cohorte, se desempeñó como ayudante de su profesor. Fue ahí, en Inacap y gracias a sus colegas que conoció el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), donde ingresó a militar. Droppelmann catalogaba la Unidad Popular como un período de “borrachera política”, marcado por la movilización y agitación social. Tanto así que el centro histórico de la ciudad no tenía el espacio suficiente para soportar todas las protestas, concentraciones permanentes por diversas causas políticas.

René Droppelmann en el lanzamiento del libro «Análisis y reflexiones sobre los grafitis del centro de detención Egaña 60 en Puerto Montt»
En ese tiempo llegó a ser miembro de la Dirección Regional del MAPU. Como dirigente, se movilizó por toda la provincia para reunirse con simpatizantes y realizar actividades. Viajaba a Fresia, Calbuco, Los Muermos y Frutillar para organizarse política y socialmente. Asistía a reuniones de madrugada en las que compartía con doscientas o trescientas personas. Cincuenta años después, todavía no podía entender ese entusiasmo. Según él, su generación se creía el cuento por lo convencidos que estaban de que la vía chilena al socialismo era la solución para este país. “Uno pensaba, uno creía que el poder podía estar en el voto. Esto fue ingenuo porque, al final, el poder estuvo en la boca del fusil, no en el voto”, sinceró en 2024.
Tuvo que llegar el Golpe de Estado para sacar esas conclusiones. Sus labores en Inacap y sus actividades de dirigente político fueron interrumpidas abruptamente ese 11 de septiembre de 1973. Por integrar la dirección del partido, estuvo detenido en el antiguo recinto de la Policía de Investigaciones y en la Cárcel de Chin Chin. Su testimonio, otorgado en entrevistas, visitas guiadas y distintas charlas desde el retorno a la democracia, da cuenta de su realidad durante la dictadura. Pasó las fiestas patrias, navidad y año nuevo detenido en calidad de preso político.
Tras ser liberado, consiguió una visa para irse al exilio. Su destino sería Australia. “Podía irme, tenía todo, no había problema. No gastaba ni un peso y me pagaban para que estudie. Yo dije: ‘Ni un problema, me voy, pero quiero irme con mi abuela’. ‘No poh, esta visa no es para la abuela’, me dijeron. Al final le contesté, ‘bueno, entonces no me voy ni una hueá’. Así me quedé y me casé”, contó en entrevista el año pasado.
Uno o dos años después, él e Iván Arismendi recibieron una llamada de sus compañeros exiliados en Europa. Les preguntaron qué estaban haciendo en Chile para que se fuera Pinochet. Droppelmann respondió que no iba a estar preocupado de eso, que debía seguir con su vida. Desde el extranjero les ofrecieron ayuda. Y junto a Arismendi fundaron la Federación de Cooperativas Campesinas Llanquihue Limitada (Fecosur).
Luego formó la ONG Aurora, reconocida por su trabajo social en la Provincia de Llanquihue. En 2024, Droppelmann todavía recordaba con detalle la profesión de sus colegas. Llegó a contratar a un antropólogo, un asistente social, un chef técnico agrícola, un ingeniero de ejecución agrícola, un biólogo marino y hasta un abogado de media jornada. Aurora contribuyó a la formación de organizaciones por medio de capacitaciones, interactuando con organizaciones de mujeres, cooperativas y sindicatos campesinos, de pescadores y algueros. Realizaban huertos familiares e invernaderos en los campos, todo con el fin de que las personas se reunieran. Droppelmann incluso creó un medio de comunicación en los años ochenta, un diario llamado “El Alerce”, editado por la ONG. Allí cubrió la actualidad local, informando de asambleas y actividades, y denunciando el estado de los presos políticos en la zona. “Nosotros hacíamos trabajo en toda la provincia para que se vaya Pinochet poh’, no íbamos a estar por las puras“, explicó entre risas.
Nunca supo por qué no lo tomaron preso otra vez. Asegura que las policías sabían de él y su trabajo. “Una vez me encontró alguien del Servicio de Inteligencia. En Puerto Montt, la mayoría nos conocíamos. Entonces, me dijo: ‘¿Sabes qué? Tu carpeta se llenó’. Yo le dije, ‘bueno, si necesitan más carpetas díganme nomás, yo les paso’. El uniformado le respondió con un tono distinto que no era una broma”.
Hace ocho años falleció su esposa, por lo que decidió transformar su vida y dejar de trabajar. Sus palabras tuvieron una excepción: cada día, aunque fuera un momento, trabajaría para la Corporación Egaña 60. La agrupación lleva ese nombre por la dirección que ocupa el antiguo edificio de la Policía de Investigaciones, principal centro de detención y tortura de las Provincias de Llanquihue, Chiloé y Palena entre 1973 y 1975. Es el lugar donde él y sus compañeros fueron detenidos y víctimas de la represión.
En 2024, el Consejo Regional de Los Lagos rechazó el proyecto que buscaba recuperar el edificio de Egaña 60. Este mes, el destacado dirigente René Droppelmann falleció a la espera de la remodelación. No alcanzó a ver el antiguo centro de tortura convertido en eso que tanto quería: una casa de la memoria abierta a la comunidad y repleta de actividades en Puerto Montt.
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